En
fechas próximas iremos de excursión a visitar el monasterio de Yuste y de paso
el cementerio alemán que está en los alrededores; para que os hagáis una idea
de lo que vamos a ver y de sus orígenes, os describo un poco de su historia.
El
Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste es un camposanto militar localizado en las
proximidades del Monasterio de Yuste, en el municipio de Cuacos de Yuste,
provincia de Cáceres.
A
la entrada del recinto nos encontramos con una placa que da la bienvenida e
invita al silencio: “Deutscher
Soldatenfriedhof, Cuacos de Yuste, Cementerio Militar Alemán”.
El
cementerio se ubica en un enclave privilegiado, oculto entre olivos y con
vistas a la sierra de Gredos. Allí se encuentran 180 cruces de granito
alineadas con esmero, donde descansan 154 soldados alemanes de la Segunda
Guerra Mundial y 26 de la Primera.
Todas
las sepulturas son iguales y únicamente tienen una cruz en granito oscuro. Como
inscripción figura el nombre del soldado, su categoría militar, así como su
fecha de nacimiento y muerte.
Igualmente
existen 8 lápidas con la inscripción "Ein Unbekannter Deutscher
Soldat", ( un soldado alemán desconocido) dedicadas a los restos de 8
hombres cuya identidad no se conoce.
¿Por qué aquí? ¿Qué
hacen todos estos cuerpos enterrados en Cuacos de Yuste?
Aquí
murió Carlos I de España y V de Alemania. Es un lugar de unión entre los dos
países, que simboliza los lazos que han unido históricamente a ambas partes.
Los
restos de todos estos soldados se enterraron inicialmente en puntos de toda la
geografía española, cerca de donde fueron hallados. En 1975, la Comisión de
Cementerios de Guerra Alemanes (Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge) organismo
encargado de velar por los cementerios de guerra alemanes, se decidió a reunificar todos los cuerpos en
un mismo camposanto. Para eso compró este terreno en Cuacos de Yuste de 7.000
metros cuadrados, para enterrar a los combatientes junto al lugar en el que
falleció Carlos I.
De
forma paralela y en los mismos años, Gabriele Marianne Poppelreuter, una joven
empleada de la Embajada alemana en España, inició una labor detectivesca que se
prolongó durante años. En sus manos recayó la misión de encontrar los restos de
todos los soldados alemanes diseminados por España -ninguno de ellos participó
en la Guerra Civil, como muchos piensan- y cotejar su ADN para acreditar su
autenticidad.
El
cementerio fue inaugurado el 1 de junio de 1983 en un acto al que asistieron
representantes diplomáticos alemanes, autoridades españolas y familiares de los
soldados caídos. Se celebró una misa siguiendo los ritos católico y protestante,
que se repite anualmente el segundo domingo de noviembre, coincidiendo con el
Día de Luto Nacional alemán.
“Las
lecciones del pasado no se deben olvidar”, escribió el embajador Reinhard
Silberberg en el prólogo del libro El Cementerio Militar alemán de Cuacos de Yuste,
donde se recogen las historias de muchos de los soldados allí enterrados.
Johannes
Böckler fue uno de ellos. Con tan solo 21 años, en abril de 1944 emprendió el
vuelo desde Francia rumbo a Argelia a bordo de un avión Dornier. Un problema en
el motor precipitó su caída sobre la isla de Cabrera, en Mallorca: murió al
instante. Durante décadas, su cuerpo permaneció enterrado en esta isla bajo un
nombre con erratas, el de Joannes Bochler. Los mallorquines aseguraron durante
décadas que el fantasma del aviador alemán vagaba por la zona, y lo bautizaron
con el sobrenombre de "El Lapa".
Otros
eran miembros de la marina del tercer Reich, soldados que viajaban a bordo de
submarinos hundidos por los Aliados cuyos cuerpos llegaron hasta nuestras
costas. En 1943, el submarino alemán U-77 fue hundido en Calpe por un escuadrón
aéreo inglés con base en Gibraltar. Murieron 36 alemanes, dos desaparecieron y
otros nueve sobrevivieron. Estaba dirigido por el comandante Otto Hartmann.
Los
restos del submarino aún permanecen hundidos en las profundidades marítimas
junto al Peñón de Ifach. Los marinos de la zona tienen cuidado para que sus
redes no se enganchen en el sumergible; los más mayores cuentan historias de
rescate, de cómo varios pesqueros recuperaron los cuerpos de los fallecidos y
ayudaron a los supervivientes.
Destacan
también , los cinco submarinistas pertenecientes al U-966, un tripulante del
U-760, otro del U-454, uno del U-447, cinco del U-755, uno del U-955 y uno del
U-39 de la I Guerra Mundial, así como numerosos pilotos y tripulantes de la fuerza
aérea (Luftwaffe).
En
el cementerio hay una placa que dice, traducido del alemán:
"En este
cementerio de soldados descansan 26 soldados de la Primera Guerra Mundial y 154
de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecieron a tripulaciones de aviones que
cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos. Algunos
de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas. Sus tumbas
estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra,
donde cayeron sus aviones o donde murieron. El Volksbund en los años 1980–1983
los reunió en esta última morada inaugurada en presencia del embajador de la
República Federal de Alemania en un acto conmemorativo hispano-alemán el 1 de
junio de 1983. Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad."
Para
terminar, os dejo un poema que he encontrado en la red y que pertenece a un tal
Joel X. Hansen. Está compuesto en el cementerio y dice así:
El
viento silba las esquinas de las cruces,
arañando
el césped que os cubre.
Sois
historia y recuerdo,
imagen
de lo irrepetible,
espejo
de sangre en navíos, fragatas,
aviones
y heridas de bala.
Sois
el ejemplo
de
lo ruin del ser humano.
Sed
dignos habitantes de mi tierra.
Aprovechad
la segunda oportunidad
ofrecida
por los olivos de vuestros flancos.