lunes, 15 de enero de 2018

Desde Stalingrad

Stalingrad 25 de diciembre de 1942

Querida Helga:
Esta es mi tercera navidad lejos de tí y creo que no me da vergüenza si te digo, que me sentí emocionado y conmovido; durante estas horas mis pensamientos estuvieron con todos vosotros.
Nos encontramos en una situación insólita, ya que debemos prescindir de tantas cosas. En condiciones normales, seguramente que hubiera recibido correo por parte tuya y de de nuestros queridos parientes, pero bajo estas circunstancias no recibí ninguna carta ni un triste paquete.
Qué felices podríamos haber sido si esta maldita guerra no hubiera existido! Y ahora tenemos que vagar por esta terrible Rusia.
El tiempo va empeorando. La ropa se nos queda helada. Llevamos tres días sin comer y sin dormir. Los soldados prefieren huir o rendirse
En nuestro batallón, sólo en los últimos dos días, hemos perdido 60 hombres muertos, heridos y víctimas de hipotermias, más de 30 hombres han huido, sólo nos quedan municiones hasta la tarde, los soldados no han comido absolutamente nada en tres días y a muchos de ellos se les han helado las piernas
Nuestra división tiene un cementerio en Stalingrad donde hay enterrados más de mil hombres. Es algo terrible. Los hombres que son enviados ahora al frente se pueden considerar condenados a muerte.
Ayer nos dieron vodka. En ese momento acabábamos de matar un perro, y el vodka nos vino de maravilla. Una vez disparé a una urraca y la asé en el fuego.
El Führer nos hizo la promesa de sacarnos de aquí; y nosotros le creímos firmemente. Incluso ahora aún lo creo, porque he de creer en algo.
Querida Helga, toda mi vida, al menos seis años de ella, creí en el Führer y su palabra. Es terrible como dudan de él aquí, y vergonzoso escuchar lo que dicen sin poder responder, porque los hechos lo demuestran.
Sabes lo que siento por ti, nunca hemos hablado mucho de sentimientos. Te amo muchísimo y tú me amas, por lo que has de saber la verdad.
 La verdad es que esta es la más horrorosa de las luchas es una situación desesperada. Por todas partes solo veo miseria, hambre, frío, desesperación y una muerte horrible. No te diré más.
Queridísima Helga, has de ser fuerte, no sufras demasiado por mi ausencia. No estoy asustado, únicamente triste por tener que morir por culpa de esta guerra inútil.
No me olvides demasiado deprisa.

Tuyo por siempre...

                                                                             Fritz

No hay comentarios:

Publicar un comentario