¿Las personas nos conocemos por
casualidad, o existe quizá un hilo invisible que nos guía?
Los japoneses creen que nada es
casual, que nuestros amigos y parejas no han llegado hasta nosotros por
coincidencia.
Todos nacemos con un hilo rojo
atado a nuestros meñiques que están a su vez unidos a otras personas. Pero eso
sí, este hilo puede enredarse o incluso tensarse, todo ello provoca que la
aparición de determinadas personas tarde más o menos en ocurrir. Pero el hilo
nunca se rompe. Jamás. Y todos acabaremos conociendo a las personas para las
cuales, se nos ha predestinado.
La leyenda del hilo rojo del
destino
“Hace mucho mucho tiempo, un
emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja
muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y
la mandó traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el
emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al
meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta
petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un
mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus
productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella
y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le
dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció,
creyendo que era una burla de la bruja. Este empujó a la campesina que aún llevaba
a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una
gran herida en la frente. Luego, ordenó a sus guardias que detuvieran a la
bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llegó el
momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo
mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el
día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la
cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente…
Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en
la frente.”
Esta leyenda se origina a raíz de
un descubrimiento médico. Que las personas disponemos de una vena que une el
corazón con el dedo meñique. Este hecho les evocó una imagen llena de magia y
simbolismo donde se tendía a relacionar lo biológico con lo sobrenatural, los
sentimientos con el plano físico a la vez que legendario.
Un ejemplo de la férrea creencia
en esta imagen del hilo rojo, lo podemos ver en muchos testimonios de la época
del Periodo Edo (1603 a 1867), cuando algunas mujeres, con el fin de demostrar
el amor y la devoción a sus esposos, llegaban a amputarse el dedo meñique para
hacerles ver que no estaban unidas a nadie más que a ellos, a ese hilo que ya
no surgía del dedo, sino directamente del corazón hacia el de sus amados
maridos.
¿Y qué hay de los Yakuzas? También
ellos llegan a amputarse el meñique como símbolo de traición, como la ruptura
de un vinculo al que antes pertenecían y que se han visto obligados a
abandonar. De hecho, en la época de los Samurais, la amputación de este dedo
suponía no poder manejar la espada. Está claro que esta parte del cuerpo está
cargada de significados para los japoneses, ya sea en un sentido romántico o
trágico.
Existe además una leyenda dotada
de cierta belleza en la cultura nipona, que nos habla de un anciano que habita
en la luna. Su función no es otra más que la de salir cada noche en busca de
almas, en busca de esas personas que habrán de unirse unas con otras en la
Tierra. El anciano las observa, las elige y ata un hilo en sus meñiques para
que no se pierdan, para que un día, ese hilo empiece a tirar uno del otro para
propiciar el esperado encuentro. ¿Y qué ocurrirá entonces? Habremos de esperar
para descubrirlo.
Y tú ¿crees también que las
personas estamos destinadas a conocernos?
Comparte esta leyenda con las
personas que te importan y a las que estás unido.
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