En la Antigua Roma se celebraba
el 15 de febrero una de sus festividades sexuales más importantes, los
Lupercales, que lanzaba a las calles a los lupercos, jóvenes desnudos que iban
azotando a las mujeres que encontraban por el camino con unas correas de piel
de cabra, a modo de miembro viril. Una fiesta demasiado lasciva para el
cristianismo emergente, que en el año 494 sustituyó la festividad por la del 14
de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín en
el año 270.
Rómulo, Remo y la loba Luperca
El nombre de los Lupercales
deriva de lupus (lobo, animal que representa al Fauno Luperco, romanización del
griego Pan, dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina), un animal
clave en la fundación mítica de la ciudad.
Según la leyenda, el legítimo rey
de Alba Longa (la ciudad fundada por el hijo del troyano Eneas) fue destituido
por su hermano Amulio, que acabó con todos los hijos varones de éste y convirtió
a su única hija, Rea Silvia, en una virgen vestal para que así, al tener un
voto de castidad, no tuviera descendientes. Pera la intervención divina salvó a
la estirpe. El dios de la guerra, Marte, se enamoró de la bella muchacha y
engendró con ella a dos gemelos, Rómulo y Remo.
Temeroso de tener en el futuro
dos posibles rivales, el malvado Amulio ordenó su asesinato a un hombre que,
sin asegurarse de que los niños hubieran muerto, los abandonó a su suerte en el
río Tíber.
En Cermalus fueron cuidados y
alimentados por una loba llamada Luperca y un pájaro carpintero, los animales
sagrados de Marte. Tras crecer junto a un pastor local, Rómulo y Remo
regresaron para matar a Amulio y liberar de su encierro a su abuelo, que fue
repuesto en su trono.
Más adelante en su reinado, los
hermanos preguntaron al oráculo de la diosa Juno qué hacer cuando todas las
mujeres romanas se hicieron estériles. El oráculo respondió: «Madres del Lacio,
que os fecunde un macho cabrío velludo». Desde entonces un cuerpo especial de
sacerdotes, los Luperci (amigos del lobo) empezaron a ser elegidos anualmente
entre los adolescentes más ilustres de la ciudad (originalmente los cazadores).
La reunión anual de los Luperci se
celebraba el 15 de febrero en la gruta del Lupercal, en torno al monte
Palatino. Según la tradición fue en este lugar donde la loba (Luperca) había
amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, en cuyo honor se hacía la fiesta. Allí
los sacerdotes celebraban el sacrificio de un perro para la purificación y de
un macho cabrío para la fertilidad –animales que eran considerados impuros– y
marcaban con la sangre del sacrificio la frente de los luperci.
A continuación, los luperci
cortaban la piel de los animales sacrificados en tiras, las llamadas «februa»
(posiblemente el origen de febrero). Desnudos o tapados solo por unas tiras de
cuero, salían alrededor del monte Palatino a golpear a todos los que
encontraban a su paso. El ser azotado por las tiras de cuero de los luperci
equivalía a un acto de purificación, y era llamado februatio.
El principal objetivo eran las
mujeres en edad de ser madres. La opinión de ellas era que estos latigazos
contribuían a su fecundidad, o a su feliz libertad. Las chicas, de hecho,
consideraban todo un honor que los «lupercos» les diesen un correazo, pues era
una forma de que los dioses les asegurasen un hijo.
Los hombres azotados, por el
contrario, entendían que aquellos golpes les purificaban y les permitían entrar
«limpios» en el nuevo año (que comenzaba entonces en marzo). Es decir, que
llevarse una marca a casa era símbolo de buena suerte.
Otro de los ritos más esperados
de la Lupercalia era la lotería de mujeres.
Consistía en introducir en una
caja papeletas con el nombre de las adolescentes y hacer que a su turno, los
muchachos metieran la mano en el cajón y sacaran la papeleta con el nombre de
la que, de ahí en adelante, sería su compañera a lo largo del año. Usualmente
esas parejas de prueba terminaban en matrimonio.
Para las mujeres este rito
aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Un color que
representaba a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la
prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima.
Con el paso del tiempo, esos
"juegos eróticos" se transformaron en orgías sexuales públicas.
La incierta historia de San
Valentín
La fuerte carga sexual de las
Lupercales hizo que el Papa Gelasio I condenara esta festividad en el año 494.
Esta fiesta pagana fue sustituida progresivamente por la conmemoración del
martirio y muerte de San Valentín el 14 de febrero del año 270, hoy el Día de
los enamorados.
Según la leyenda, San Valentín
era un sacerdote cristiano, anteriormente médico, que se opuso a ley que
prohibía a los soldados casarse. El sacerdote desafió al Emperador Claudio II
celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. En consecuencia, el
emperador Claudio ordenó encarcelar y matar a Valentín.
Valentín fue martirizado y
ejecutado el 14 de febrero del año 270. En su tumba Julia, la hija de un
oficial romano al que había devuelto la vista Valentín, plantó un almendro de
flores rosadas. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.
La festividad religiosa se estuvo
celebrando hasta 1969, año en el que bajo el pontificado de Pablo VI la Iglesia
Católica decidió eliminar San Valentín como festividad del calendario
postconciliar (acordado en el Concilio Vaticano II), pasando a ser esta una
fecha con santo pero sin celebración. Esto se debió sobre todo a la dificultad
para encontrar detalles probables sobre la vida de este santo.
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