El Génesis nos relata la huida de
Jacob tras su enfrentamiento con su hermano Esaú. Rendido se echó a dormir con
la cabeza apoyada en una piedra. En su sueño vio una escalera por la que subían
y bajaban los ángeles. En lo alto estaba Dios que le hizo una serie de
promesas.
Ángel estaba profundamente
dormido, soñaba con África, recorriendo las sabanas armado con su nikon D-850,
su mochila raída y sus Panamá Jack color tierra. Soñaba con grandes manadas de
elefantes, cebras y ñúes pastando juntas y tranquilas . El explorador en sueños
había ido a hacer un safari fotográfico a Botsuana pero tenía un espectador
cuanto menos incómodo; no había manera de librarse del león de melena negra que
apareció en el horizonte hace al menos tres sueños, el condenado le seguía a
todas partes y sus rugidos cada vez sonaban más cerca.
Entonces se vio acorralado,
enfrente el león, a su espalda una pared vertical de granito lisa como cristal
pulido. El león echó su cabeza hacia
atrás y el rugido que salió de sus fauces hizo que le temblara hasta el último
músculo del cuerpo.
En milésimas de segundo una boca
negra rodeada de afilados dientes estaba a escasos milímetros de su cara.
Ángel se despertó de forma
violenta. Miró al vacío y se preguntó si lo que la había despertado había sido
el terror u otra cosa. No, el terror no había sido, no tenía ninguna duda pero,
¿entonces? No podía ser, era… prácticamente imposible pues vivía en un sexto
piso sin balcón, pero estaba casi seguro
de que había escuchado unos golpes en el cristal de su ventana.
No, no, es posible, pensó. Se
volvió a tapar con las mantas y se dispuso a dormir de nuevo.
– ¿No piensas abrirme?
Esa voz… no se lo podía creer,
¿podría ser ella? Abrió los ojos y allí estaba, a los pies de la cama,
sonriéndole.
Ana se acercó hacia él y le dio
un beso en los labios, tan lento que parecía que el tiempo se paraba, tan
dulce… se miraban a los ojos al mismo tiempo y a la vez sonreían, besos cortos,
sinceros, de amor, besos que sabían a caramelo. Entonces ella se apartó un poco
y le tendió la mano.
– ¿Vienes?
– ¿Adónde? -preguntó él con
cierto miedo.
-Al universo…
Ángel no sabía por dónde se iba
al universo y la verdad es que poco le importaba. La quería, y sería capaz de
ir con ella hasta la más lejana de las estrellas. Se levantó y le entrelazó la
mano, se miraron y sintieron cómo uno estaba dentro del otro, se leyeron el
pensamiento y se dieron cuenta de que todo era perfecto.
Se acercaron a la ventana, que
permanecía abierta y contemplaron las lucecitas de la ciudad, parecían mil
estrellas mirándolos, mirando su amor. Ella le cogió de ambas manos, le dio un
beso en los labios, le acarició la mejilla y le susurró al oído…
-Déjate llevar…
Ángel y Ana saltaron al vacío y él
ahogó un grito de terror mientras ella sonreía. Miró hacia abajo y veía el
suelo cada vez más cerca, hasta que de repente se sintió fluir, volar…
Estaban volando, lo hacían cada
vez más alto, parecían un cohete espacial que ascendía rápidamente hacia el
cielo pero entonces se pusieron en horizontal y parecía que flotaban. Angel se
giró y se encontró con la cara de Ana, le miraba y sonreía, una sonrisa de
calidez, de ternura. Se encontraban quizá a mil metros de altura y él se sentía
más seguro que nunca. Se besaron. Era una extraña sensación, el viento les daba
en toda la cara pero el beso les gustaba tanto que no lo notaban, solo sentían
la calidez de los labios, su sabor, el sentimiento de que en ese momento eran
eternos.
Volaban, y lo hacían por debajo
de millones de estrellas que parecían sonreír al contemplarlos, mientras, ella
le daba pequeños besos en el cuello, le acariciaba la cara y el pelo, sentía cada poro de su
piel bajo su cuerpo y suspiraba, le encantaba. Cerró los ojos y siguió su
consejo, se dejó llevar. Sentía sus besos, el viento en su cara, sentía sus
caricias y notaba cómo el corazón le explotaba de felicidad. Abrió los ojos y
miró a las estrellas, miró a la inmensidad de un cielo que era eso, el
infinito. Se sintió especial, único. Era consciente de que todo aquello era un
sueño pero no quería despertar nunca, en ese instante quería dormir toda la eternidad,
estar volando junto a ella toda la vida.
Entonces su voz volvió a susurrar
en sus oídos…
-Es hora de bajar de las
estrellas…
En cuestión de segundos, la
ventana del dormitorio de Ángel se puso a la vista. Entonces el rocío se
confundió con lágrimas y los besos empezaron a tener sabor a despedida. Ana le
acompañó hasta la cama y …
Ángel se durmió al instante con
una sonrisa en los labios y el mundo empezó a rodar de nuevo.
Un ruido estridente sonó en la
habitación. ¿Qué hora era? Miró el reloj, eran ya las diez de la mañana. El
ruido provenía de su móvil, tenía un mensaje.
Abrió el móvil y al leerlo se
quedó sin palabras: " El Cielo es mucho más bonito si estás conmigo,
gracias por el paseo de anoche. Te amo."
Era un mensaje de ella, de Ana.
Había muerto en un accidente de
coche hacía un año.
En general se considera que la
escalera de Jacob es la conexión entre el Cielo y la Tierra y simboliza la
esperanza de los humanos de alcanzar el paraíso eterno subiendo por ella.
En otros contextos menos
religiosos representa el ascenso, el progreso y el paso de la oscuridad a la
luz, de lo material hacia lo espiritual y también de la ignorancia al
conocimiento.
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