martes, 20 de febrero de 2018

Celeste

Un consejo que me dio un buen amigo : El único amigo que jamás te dará la espalda y que debes cuidar tanto como a ti es el dinero. Te abrirá todas las puertas, te dará de comer  y nunca te dejará en la calle. Si le cuidas bien, cuidará de ti siempre.

Vivimos rodeados de gente, (en concreto de siete mil millones), de familiares, (abuelos, padre, hermanos, primos...) de amigos verdaderos y de los que no lo son tanto, de conocidos, de compañeros...
Tenemos cientos o miles de "followers", para regalar y dar envidia, tantos que nunca estamos solos; que  pensamos que no nos van a fallar cuando vengan torcidas y les necesitemos, o al menos eso es lo que pensaba yo, pero ...

Me llamo Adán, o mejor dicho, mi nombre es Adán y mi vida fue siempre de lo más normal , un mar de tranquilidad, tanto que incluso se la puede calificar de aburrida. Nunca había tenido problemas graves, de esos que tú solo no puedes solucionar, por lo que jamás necesite pedir ayuda a nadie en ningún sentido.

Vivo solo, en un pisito de dos habitaciones un poco alejado del centro, pequeño,  pero para mí y mis cuatro cosas me vale. Tengo una gatita albina muy bonita y zalamera que viene a darme compañía y toda la alegría del mundo. Mi vida era normal, transcurría entre mi trabajo de administrativo, mis escapadas con los colegas a algún sitio interesante en las cortas vacaciones que me puedo permitir; salidas los fines de semana, de "tranquis", al cine o simplemente a cenar fuera, botellones no porque no bebo. Nos juntábamos un montón de gente y el fin de semana se nos pasaba entre risas, anécdotas y tonterías. Todos nos llevábamos muy bien. Todos teníamos trabajo y a todos la vida nos sonreía.
Hasta que dejó de hacerlo. Y ahí es cuándo se vio realmente el valor de las amistades.

Primero le tocó a Antonio, se quedó  sin trabajo.  Trabajaba de dependiente en un supermercado de una conocida cadena . Lo animamos mucho y por supuesto cuando salíamos él no pagaba, estaba invitado por todos nosotros. Y poco después le llegó el turno a Mario,  trabajaba en una aseguradora desde hacía dos años. Todos nos volcamos con ellos y les animábamos a seguir buscando trabajo, les ayudamos mandar currículos a todas partes donde valoraran su experiencia laboral y estudios.
Por supuesto que siempre los invitábamos cuando salíamos, haciendo un bote común entre el resto de nosotros. Poco a poco le fue llegando el turno del inem a más de la mitad de la pandilla , Jesús, Carmen. Ángel ...y a mí. Pronto, se dejó de hacer el bote para pagar a los "parados" porque ya éramos demasiados y no podía ser.

Nuestras vidas comenzaron a cambiar y los inscritos en el Sexpe nos juntábamos de vez en cuando, en casa de alguno para ver que podíamos hacer. Muy pronto, comenzamos a ser los apestados del grupo, a los que nadie quería acercarse porque no teníamos un euro ni para cafés. Los amigos nos empezaban a cerrar las puertas y a dar excusas para dejar de salir con nosotros; y los familiares también. Las excusas eran múltiples: hipotecas, hijos, gastos, luz cada día más cara, etc.

Poco a poco nos fuimos quedando solos, apartados del grupo, alejados.
Ya nadie nos llamaba , nadie se molestaba en saber que tal nos iba o si necesitábamos algo. El grupo de los parados entró en una crisis brutal. Comenzamos a caer en depresiones y ni entre nosotros mismos nos aguantábamos. Pasaban los meses y no encontrábamos nada de trabajo, más allá de unas pocas jornadas, y las facturas comenzaban a amontonarse en el cajón de pendientes; la desesperación comenzaba a hacer mella en nosotros. Nos separamos.

He meditado mucho sobre la vida pasada y la que vivo ahora. No derroché porque no tenía para ello , pero mientras tenía viví bien, y después pasé a la necesidad y lo que es peor a la soledad.
Los íntimos amigos de toda la vida, familiares, compañeros, todos habían desaparecido. 

Estaba completamente solo o no... aún tenía a Celeste, mi gata albina.  

Quién me escuchaba maldecir ,llorar, quién me veía lamentarme ante las deudas y veía mi frustración y desesperación. Ella, fue la única que permaneció a mi lado. La única que me consolaba, que me recibía alegremente rozándose contra mi pierna ronroneando aunque a penas tuviera comida que darle, porque llegó un momento en que ni para eso tenía.
Ella es mi autentica amiga, mi mejor compañera. Ella nunca me falla.
Hoy seguimos viviendo los dos juntos, encontré trabajo en otra ciudad, de algo que no es lo mío , pero que me da para vivir y pagar el alquiler.
Así es la vida, cuándo las cosas se pusieron feas, solo ella permaneció a mi lado.

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