miércoles, 14 de febrero de 2018

Las Lupercales, la fiesta pagana que antecedió a San Valentín

En la Antigua Roma se celebraba el 15 de febrero una de sus festividades sexuales más importantes, los Lupercales, que lanzaba a las calles a los lupercos, jóvenes desnudos que iban azotando a las mujeres que encontraban por el camino con unas correas de piel de cabra, a modo de miembro viril. Una fiesta demasiado lasciva para el cristianismo emergente, que en el año 494 sustituyó la festividad por la del 14 de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín en el año 270.

Rómulo, Remo y la loba Luperca
El nombre de los Lupercales deriva de lupus (lobo, animal que representa al Fauno Luperco, romanización del griego Pan, dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina), un animal clave en la fundación mítica de la ciudad.

Según la leyenda, el legítimo rey de Alba Longa (la ciudad fundada por el hijo del troyano Eneas) fue destituido por su hermano Amulio, que acabó con todos los hijos varones de éste y convirtió a su única hija, Rea Silvia, en una virgen vestal para que así, al tener un voto de castidad, no tuviera descendientes. Pera la intervención divina salvó a la estirpe. El dios de la guerra, Marte, se enamoró de la bella muchacha y engendró con ella a dos gemelos, Rómulo y Remo.
Temeroso de tener en el futuro dos posibles rivales, el malvado Amulio ordenó su asesinato a un hombre que, sin asegurarse de que los niños hubieran muerto, los abandonó a su suerte en el río Tíber.

En Cermalus fueron cuidados y alimentados por una loba llamada Luperca y un pájaro carpintero, los animales sagrados de Marte. Tras crecer junto a un pastor local, Rómulo y Remo regresaron para matar a Amulio y liberar de su encierro a su abuelo, que fue repuesto en su trono.
Más adelante en su reinado, los hermanos preguntaron al oráculo de la diosa Juno qué hacer cuando todas las mujeres romanas se hicieron estériles. El oráculo respondió: «Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo». Desde entonces un cuerpo especial de sacerdotes, los Luperci (amigos del lobo) empezaron a ser elegidos anualmente entre los adolescentes más ilustres de la ciudad (originalmente los cazadores).

La reunión anual de los Luperci se celebraba el 15 de febrero en la gruta del Lupercal, en torno al monte Palatino. Según la tradición fue en este lugar donde la loba (Luperca) había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, en cuyo honor se hacía la fiesta. Allí los sacerdotes celebraban el sacrificio de un perro para la purificación y de un macho cabrío para la fertilidad –animales que eran considerados impuros– y marcaban con la sangre del sacrificio la frente de los luperci.

A continuación, los luperci cortaban la piel de los animales sacrificados en tiras, las llamadas «februa» (posiblemente el origen de febrero). Desnudos o tapados solo por unas tiras de cuero, salían alrededor del monte Palatino a golpear a todos los que encontraban a su paso. El ser azotado por las tiras de cuero de los luperci equivalía a un acto de purificación, y era llamado februatio.

El principal objetivo eran las mujeres en edad de ser madres. La opinión de ellas era que estos latigazos contribuían a su fecundidad, o a su feliz libertad. Las chicas, de hecho, consideraban todo un honor que los «lupercos» les diesen un correazo, pues era una forma de que los dioses les asegurasen un hijo.

Los hombres azotados, por el contrario, entendían que aquellos golpes les purificaban y les permitían entrar «limpios» en el nuevo año (que comenzaba entonces en marzo). Es decir, que llevarse una marca a casa era símbolo de buena suerte.

Otro de los ritos más esperados de la Lupercalia era la lotería de mujeres.
Consistía en introducir en una caja papeletas con el nombre de las adolescentes y hacer que a su turno, los muchachos metieran la mano en el cajón y sacaran la papeleta con el nombre de la que, de ahí en adelante, sería su compañera a lo largo del año. Usualmente esas parejas de prueba terminaban en matrimonio.

Para las mujeres este rito aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Un color que representaba a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima.
Con el paso del tiempo, esos "juegos eróticos" se transformaron en orgías sexuales públicas.

La incierta historia de San Valentín
La fuerte carga sexual de las Lupercales hizo que el Papa Gelasio I condenara esta festividad en el año 494. Esta fiesta pagana fue sustituida progresivamente por la conmemoración del martirio y muerte de San Valentín el 14 de febrero del año 270, hoy el Día de los enamorados.

Según la leyenda, San Valentín era un sacerdote cristiano, anteriormente médico, que se opuso a ley que prohibía a los soldados casarse. El sacerdote desafió al Emperador Claudio II celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. En consecuencia, el emperador Claudio ordenó encarcelar y matar a Valentín.

Valentín fue martirizado y ejecutado el 14 de febrero del año 270. En su tumba Julia, la hija de un oficial romano al que había devuelto la vista Valentín, plantó un almendro de flores rosadas. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.

La festividad religiosa se estuvo celebrando hasta 1969, año en el que bajo el pontificado de Pablo VI la Iglesia Católica decidió eliminar San Valentín como festividad del calendario postconciliar (acordado en el Concilio Vaticano II), pasando a ser esta una fecha con santo pero sin celebración. Esto se debió sobre todo a la dificultad para encontrar detalles probables sobre la vida de este santo.

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