miércoles, 7 de febrero de 2018

El Hilo Rojo del Destino


¿Las personas nos conocemos por casualidad, o existe quizá un hilo invisible que nos guía?
Los japoneses creen que nada es casual, que nuestros amigos y parejas no han llegado hasta nosotros por coincidencia.
Todos nacemos con un hilo rojo atado a nuestros meñiques que están a su vez unidos a otras personas. Pero eso sí, este hilo puede enredarse o incluso tensarse, todo ello provoca que la aparición de determinadas personas tarde más o menos en ocurrir. Pero el hilo nunca se rompe. Jamás. Y todos acabaremos conociendo a las personas para las cuales, se nos ha predestinado.

La leyenda del hilo rojo del destino

“Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja. Este empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Luego, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.”

Esta leyenda se origina a raíz de un descubrimiento médico. Que las personas disponemos de una vena que une el corazón con el dedo meñique. Este hecho les evocó una imagen llena de magia y simbolismo donde se tendía a relacionar lo biológico con lo sobrenatural, los sentimientos con el plano físico a la vez que legendario.

Un ejemplo de la férrea creencia en esta imagen del hilo rojo, lo podemos ver en muchos testimonios de la época del Periodo Edo (1603 a 1867), cuando algunas mujeres, con el fin de demostrar el amor y la devoción a sus esposos, llegaban a amputarse el dedo meñique para hacerles ver que no estaban unidas a nadie más que a ellos, a ese hilo que ya no surgía del dedo, sino directamente del corazón hacia el de sus amados maridos.

¿Y qué hay de los Yakuzas? También ellos llegan a amputarse el meñique como símbolo de traición, como la ruptura de un vinculo al que antes pertenecían y que se han visto obligados a abandonar. De hecho, en la época de los Samurais, la amputación de este dedo suponía no poder manejar la espada. Está claro que esta parte del cuerpo está cargada de significados para los japoneses, ya sea en un sentido romántico o trágico.

Existe además una leyenda dotada de cierta belleza en la cultura nipona, que nos habla de un anciano que habita en la luna. Su función no es otra más que la de salir cada noche en busca de almas, en busca de esas personas que habrán de unirse unas con otras en la Tierra. El anciano las observa, las elige y ata un hilo en sus meñiques para que no se pierdan, para que un día, ese hilo empiece a tirar uno del otro para propiciar el esperado encuentro. ¿Y qué ocurrirá entonces? Habremos de esperar para descubrirlo.

Y tú ¿crees también que las personas estamos destinadas a conocernos?

Comparte esta leyenda con las personas que te importan y a las que estás unido.

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