martes, 6 de febrero de 2018

El poblado de Bolarque


Por distintas circunstancias, entre ellas el trabajo de mi padre, he cambiado de domicilio en bastantes ocasiones, pero en una de ellas, quizá la que recuerdo con especial cariño,  es el año y medio que estuvimos viviendo en Almonacid de Zorita, un pequeño pueblo de Guadalajara, de menos de mil habitantes, situado en plena comarca de la Alcarria (aquella que recorrió Cela con el morral a la espalda y la cantimplora sujeta a la hebilla del cinturón, con su caminar lento, con mañanas de atmósfera limpia, mediodías calurosos y noches que se le echan encima, como con susto).

En este pueblo situado a las faldas de la Sierra de Altomira, entre bosques de pinos y cerca del Tajo, resulta difícil no encontrar lugares espléndidos para disfrutar de la naturaleza y de los paisajes, del agua y de las sierras.

Recuerdo muy especialmente una excursión familiar al poblado de Bolarque a visitar la casa de un compañero de colegio, el camino al poblado está rodeado de naturaleza salvaje, cuando yo fui creo que vivían sobre una docena de personas en él, la mayoría trabajadores de la central hidroeléctrica.

Bolarque se encuentra al pie de la sierra de Altomira, donde el río Tajo recibe las aguas del Guadiela. Riscos escarpados, profundas cavernas y rocosos murallones forman el bello paisaje, modelado por los ríos a lo largo de los siglos. La vegetación que cubre la sierra de Altomira se compone principalmente de pinos y algunos matorrales. El aire que corre por estos parajes es puro y el entorno irradia paz y tranquilidad.

En 1.944, la compañía eléctrica Unión Fenosa construyó un precioso y apacible poblado de bella arquitectura, pintorescas casas y hermosos jardines, en las lindes de Almonacid de Zorita y Sayatón, conocido como el poblado de Bolarque. El caserío fue construido para alojar a los empleados y directivos de la presa, dotándolo de los servicios necesarios (escuela, capilla, cuartel de la Guardia Civil, frontón...). Todas las casas están rodeadas de jardines y carecen de vallas que limiten los edificios, que se encuentran repartidos a ambos lados del río Tajo, a la salida de la presa. Edificios entre los que destacan una bella iglesia y un precioso hotel, se combinan con la presencia testimonial de los restos de los antiguos molinos.

Los bellos edificios conviven con la flora autóctona de la sierra de Altomira y con plantas traídas de otras latitudes, como palmeras, que adornan las calles del poblado. Administrativamente el poblado de Bolarque forma parte de los municipios de Almonacid de Zorita y Sayatón. Se puede llegar hasta allí por sendas carreteras desde ambos pueblos.

El poblado de Bolarque, que hasta bien entrados los años setenta tuvo escuela, y por tanto vida y niños, hoy está casi vacío. Cuando se recorre es como visitar un pueblo fantasma.  Las casas son de piedra y su tamaño varía según el rango que en la empresa eléctrica desempeñaba el padre de la familia que iba a habitarla. Hay jardines, todavía bien cuidados y apetecibles para el paseo romántico y un mapa de España hecho de hormigón en el suelo, que en tiempos fue una fuente.

Según una placa conmemorativa, el 23 de junio de 1910 el rey Alfonso XIII visitó el salto de Bolarque y lo inauguró oficialmente. Antes del almuerzo, el Rey dio un paseo en una canoa automóvil traída expresamente para la ocasión, pero cuando la embarcación se hallaba en medio de la travesía, el motor se paró y no volvió a funcionar. El incidente produjo gran sobresalto entre  los acompañantes pero el monarca se lo tomó con humor y remó con los demás hasta alcanzar el kiosco  que había en el centro del embalse y que tras el recrecimiento de la presa ha quedado sumergido.

También visitamos el Museo Bolarque está ubicado en la nave principal de la que fue la primeriza central hidráulica inaugurada en 1910. 
La conversión del edificio en museo, conservó en gran medida la gran nave, y todas las aberturas de luz. En su interior la exposición se organiza en dos grandes bloques: el Bolarque tecnológico e industrial, concentrado en la planta baja y el Bolarque humano y social, reservado para el piso superior.
En la primera planta, dedicado a la tecnología, la exposición permite ver y conocer de cerca la función de muchos de los elementos que inciden directamente en la generación eléctrica, como los rotores, alternadores, transformadores, etc.  La evolución de la ingeniería hidráulica ha ido en paralelo con la historia del salto de Bolarque

En la segunda planta se presenta la vida de los trabajadores  de la central, y sus familias que convirtieron el poblado de Bolarque en un pueblo dinámico y lleno de vitalidad. La empresa se encargó de crear unas condiciones de vida óptimas para una mano de obra de alta cualificación. Una escuela, un hotel, un economato, un cine, una piscina, instalaciones deportivas, todo ello construido para el trabajador, que junto con la posibilidad de tener una vivienda crearon un verdadero poblado entorno a la producción eléctrica.

Existe un curioso espacio que recuerda el despacho del director y sala del Consejo de Administración, con retratos de presidentes, noticias de adelantos técnicos, matrices de acciones, etc. Hay también grandes piezas de grupos convertidores, reductor de carga de baterías, aparatos de medida eléctrica de precisión, contadores, aparatos telefónicos y topográficos, etc.

También pudimos pasear por encima de la pared de la presa y confieso que al mirar hacia abajo me acongojé bastante. Desde allí arriba observamos a varias personas con lanchas y pequeños barcas por el lago que forma el embalse, también llamado "costa de Altomira" .

Por curiosidad nos acercamos al Club Náutico de Bolarque. Es un lugar ideal para desarrollar actividades náuticas en familia, por su fácil accesibilidad y gran calidad ambiental. Se pueden realizar paseos en barco por el embalse, así como desarrollar actividades de remo o incluso hay una playa bien acondicionada y con fácil acceso para el baño.

En fin  son recuerdos de uno de esos lugares escondidos en la geografía española que merece la pena visitar y al cual espero volver.










1 comentario:

  1. Es una maravilla. Ayer estuvimos allí y realmente fue más un viaje en el tiempo que una visita turística. ¡Gracias por la explicación! Fue una pena que no pudiésemos entrar a ninguna dependencia, ni siquiera al museo, que estaba cerrado.
    Realmente merece la pena la visita, ya que, además el entorno es exquisito

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