domingo, 18 de febrero de 2018

La leyenda de la Gargouille

Cuenta la leyenda de  la existencia de un dragón llamado La Gargouille,  un ser con cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena.

La Gargouille tenía aterrorizada a la población, creaba el caos y destrucción por donde pasaba, se alimentaba de seres humanos, destruía con el fuego de su aliento todo aquello que se interponía en su camino, destrozaba y hundía barcos, y, también, escupía una inmensa cantidad de agua que provocaba inundaciones.

Para aplacar su ira, los habitantes del cercano Rouen le ofrecían cada año un sacrificio humano, normalmente el sacrificado resultaba ser un criminal ya condenado que de esta forma pagaba sus delitos. Cuando no había condenados que sacrificar se le entregaba una doncella, cosa que gustaba mucho más al dragón.

En el año 600 el sacerdote cristiano Romanus llegó a Rouen dispuesto a matar o controlar al dragón a cambio de que los ciudadanos de Rouen aceptasen ser bautizados y además construyesen una iglesia dedicada al Señor.

Así, Romanus equipado con los elementos necesarios para un exorcismo (campana, vela, libro y cruz) acompañó al reo que iba a ser entregado al dragón. Dominó al monstruo con la sola señal de la cruz, transformándolo en un ser dócil que se dejó atar con una cuerda y que consintió ser trasladada a la ciudad.

La Gargouille fue quemado en la hoguera, excepción hecha de su boca y cuello que, acostumbrados al tórrido aliento de la fiera, se resistían a arder, en vista de lo cual, se decidió montarlos sobre el ayuntamiento, como recordatorio de los malos momentos que había hecho pasar a los habitantes del lugar.

Tiempo después, y para conmemorar el nombre de San Romanus y a su  ayudante proscrito, el arzobispo de Rouen liberaba un prisionero por año bajo la mirada pétrea de la Gárgola.

Esta leyenda viene a explicar tanto el origen de la palabra gárgola como el porqué las gárgolas de las catedrales eran usadas como sumideros de agua, evitando la erosión de la pared, al estar ubicadas en las cornisas de las iglesias y catedrales medievales. Los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon y en la Catedral de Notre-Dame de París.

El rasgo distintivo de las gárgolas góticas es que nunca son bellas, son intencionadamente horribles, grotescas o irónicas. Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores. La gran variedad, tanto en formas como en significados, va en contra del uso típicamente medieval, esto es de por si extraño; es evidente que debía haber un mensaje transmitido a través de las gárgolas. Es por ello que encontramos gárgolas no sólo en iglesias y catedrales, sino también en edificios seculares y casas privadas.

Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.
En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.

La más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de la Iglesia, signos mágicos que mantienen alejado al diablo. Esta interpretación puede explicar el porqué de tan diabólicos y espantosos aspectos y su ubicación fuera del recinto sagrado.
Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas destacan aquellas que las asimilan a representaciones del demonio,  que recuerda al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.

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