domingo, 11 de febrero de 2018

Mi reloj de viejo


¡Pareces un viejino!
Eso me dijo una amiga no hace mucho, al ver que sacaba del bolsillo del pantalón un reloj dorado con cadena, regalo de mi padre, y mientras abría la tapa para ver la hora, me soltó lo de viejino.
Yo sonreí y le pregunté por qué, a que venía eso , ¿acaso los relojes te hacen viejo?
¡La gente ya no lleva reloj hoy en día y menos de ese modelo que tú traes, miramos la hora en el móvil! , me respondió con ese tono que se emplea para dirigirse a los niños.

Pues yo me resisto a la tecnología, bueno no a toda, al menos  intento que no me domine y alejarme de la corriente que arrastra a los demás. Soy un poco raro. Soy de aquellos que piensan que si se quiere hablar con alguien, ya sea para quedar, felicitarle por su cumple, o simplemente para preguntarle cómo está; lo mejor es marcar su número y hablar.
 Se habla con el otro (o la otra), de viva voz, en vivo y en directo. Yo necesito escuchar su tono de voz, el ritmo, la cadencia, los silencios, las  interrupciones  y todos aquellos ruidos de alrededor que no son palabras.

Por eso “hablar” con ella a través del WhatsApp me resulta tan difícil. Me envía un montón de mensajes llenos de emoticonos de los cuales no entiendo ni la mitad o por qué decidió usarlos. A veces dudo en cómo interpretarlos ¿acaso están cargados de otro significado? Esa cara con lágrimas está llorando de tristeza o de risas, o es una ironía  ¿cómo saberlo?
Por eso cuando contesto tardo tanto en hacerlo, a lo mejor me tiro media hora escribiendo para después eliminarlo todo y contestar con un monosílabo, por miedo a que me interpreten de manera incorrecta.

A veces cuando creo que entendí bien por donde iban los tiros ella me sale con que interpreté alguna frase mal y casi fastidio todo lo escrito y lo que es peor la relación.
Esta niña no tiene ni idea de lo que significa para mí. No me he atrevido aún a decírselo, pero por ella bajaría al infierno y volvería. Aunque tengo la duda de que si yo hiciera eso, ella estaría esperando que se lo dijera por WhatsApp  antes o después de haber ido.

Cada vez que quiero escuchar su voz, fuera de las clases, tiene que ser a través de mensajes de voz grabados, espero al segundo mensaje y le pregunto si puedo llamarla, me dice que está muy ocupada con los ejercicios de matemáticas pero puede estar dos horas sin desconectarse mandando mensajes.
¿Por qué la persona que amamos puede ser también la más molesta?
Me puede molestar cuando ella se queda siempre trabajando hasta tarde o ayudando a sus amigos, o con su grupo de la red solidaria, o cuando hace una baile de esos atrevidos junto a sus amigas. Yo  después me quejo porque nunca comparte sus emociones conmigo si no a través de instagram.

Si inicialmente nos gusta alguien porque es muy amable, o cariñosa,  o lo somos nosotros mismos, ignoramos el coste social de serlo, lo que a veces significa que alguno de los dos se aprovecha.
La razón es que ignoramos  estos comportamientos en las primeras citas porque vemos el mundo color de rosa. Más tarde nos damos cuenta de lo que implica eso que antes nos gustó y ahí es cuando empieza a ser molesto.
Desde el invento de las mal llamadas redes sociales, y las aplicaciones de mensajería, llamar al otro parece haberse convertido en un acto muy íntimo, demasiado cercano.
Como darle un beso delante de todo el mundo.

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